domingo, 27 de febrero de 2011

De películas y Chéjov

El otro día vi en la tele "El lector", que no vi en cine en su día. Me gustó, sí, me dejó un sabor agridulce, también, pero lo que me enganchó fue ir descubriendo las lecturas de Michael a Hanna. El amante de Lady Chatterley, de D.H. Lawrence, que un amigo me regaló hace unos años. La Odisea de Homero, que me gustaría no dejar para otra vida. Y La dama del perrito, de Anton Chéjov. Relato relevante en la trama que resulta que he leído hace menos de un mes, yo, que nunca hasta ahora había leído a Chéjov.

La dama del perrito es el undécimo relato de El beso y otros cuentos, una de tantas antologías de Chéjov que pueden encontrarse por pocos cuartos en cualquier librería, o por nada en cualquier biblioteca. Las notas bibliográficas ya advierten de que La dama del perrito es uno de sus relatos más célebres, sin embargo me gustó más, o dejó más huella, el relato que da título a esta compilación, El beso.

Quien más incómodo se sentía era el capitán Riábovich, un oficial de pequeña estatura y algo encorvado, con gafas y unas patillas de lince. Mientras algunos de sus compañeros mostraban sus caras serias y los demás dibujaban una sonrisa forzada, el rostro de Riábovich, sus patillas de lince y sus gafas parecían decir: "¡Soy el oficial más tímido, más molesto y más gris de toda la batería!" (...)
Retumbó un piano; un vals melancólico salió volando del salón por las ventanas abiertas de par en par, y todos, por alguna razón, se acordaron que tras las ventanas reinaba entonces la primavera y que aquella era una noche de mayo. (...)
Empezó el baile... Riábovich se encontraba junto a la puerta, entre los que no bailaban y observaban. Nunca en toda su vida había bailado una sola vez y nunca había tenido ocasión de estrechar el talle de una mujer honesta. (...)
Durante el camino de vuelta le ocurrió una pequeña aventura. (...) abrió decidido la primera puerta que se encontró a su paso y entró en una habitación completamente a oscuras. (...)
Riábovich se detuvo pensativo... Y en ese instante, de forma completamente inesperada para él, oyó unos pasos apresurados y el frufú de un vestido, una voz entrecortada de mujer susurró "¡Por fin!", y dos manos suaves, olorosas, indudablemente de mujer, le abrazaron el cuello; a su cara se apretó otra mejilla ardiente y al instante se oyó el sonido de un beso. Pero de inmediato la mejilla del beso lanzó un grito y se apartó bruscamente de él con gesto de repugnancia, como le pareció a Riábovich. También él estuvo a punto de gritar y se lanzó hacia la brillante rendija de luz que llegaba de la puerta...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

esto ya parece el Diario de Andrea

Gwen Stacy dijo...

Pues sí, como aquí ya no escribe nadie, ni menos nos lee, he decidido escribir lo que me salga de la punta de la nariz.
Os aguantáis. O escribís.
Bona nit.

Anna Blume dijo...

Ya quisieran muchos Diarios... Gràcies Gwen, y ni caso!;-)**

Gwen Stacy dijo...

Yo ni caso, la "bronca" es para mis compañeros de blog, que salvo Rayuelo y haciendo un alarde de generosidad, el Barón, son unos putos vagos.
El anónimo tiene que ser alguien conocido y guasón, y tengo una idea de quién puede ser :-)
Y si esto fuera el diario de Andrea de verdad, reventaba audiencias, ni el sálvamedeluxe... :-P

El Barón Rampante dijo...

Puedo prometer y prometo, dos entradas antes del domingo: Los becarios de mi trabajo y London Calling