domingo, 2 de junio de 2019

Primavera Sound 2019 - sábado

Sábado, último día, el fin del dolor de pies está más cerca. Ayer me preguntaba a quien me encontraría al entrar. Sin quedar. Pues llegué con el tiempo justo de ver a Retirada! empezados y me metí adelante y voilà, la pareja formerly known as los barones, ¡viva! Un pitchfork no muy lleno, pero que les arropó con todo el cariño que se han ganado por lo majos que son, además de por su propuesta musical que, por lo que sea, a mí me flipó desde la primera vez que los escuché, creo que en un hip hip ultra (el programa de radiotube de Ultra-Local Records, la mejor tienda de discos del mundo). Me dolían los pies y los gemelos y me puse a dar saltos, no hay manera, pero es que Animales, que es su Mr. November, es tan brutal en directo que no lo puedo evitar. Medio euro de cerveza al suelo. 


Si este año llevaba poco estudiado el cartel, lo de ayer era un páramo. De Retirada! a Shellac no tenía nada, así que a mediodía me puse un vídeo de cada grupo. Daymé Arocena. No llegué a ver el vídeo entero, la marqué en fosforito. ¿Una cantante cubana a las seis de la tarde? Póngame dos. O cuarenta. Qué poderío, qué voz, qué manera de moverse, qué manera de meternos en el concierto, de hacernos cantar, de regañarnos por no cantar más alto, regañarnos por no saber mover las caderas, a ver, mami, que som catalans! som uns avorrits i ballem com si ens haguessin enfilat un pal d’escombra pel cul! Rumba, bolero, mambo, pasados por un filtro jazzy, una maravilla. Triunfó.


De ahí acompaño a mis amigas más folkies a ver a Miya Folick a un escenario que casi se cae al mar, pero no me llega y tengo otro grupo en Built to Spill así que me piro. Virgen de la caminata. Built to Spill bien, de fondo mientras el barón me vende la moto de Shellac. Que no los he visto nunca, la broma infinita, y como este año los han puesto en escenario principal y no me solapan con nada, ya había pensado en verles, poner remedio. El barón me dice que hay que verlos en primera fila, que sino no es lo mismo. Vale. Venga. Primera no, segunda, frente al batería. Buaaaaa. Qué locura. El pogo tardó un par de canciones en desatarse y pudo haber sido peor, pero tuvimos que saltar para salvar la vida. Me fliparon, y sí, la clave estuvo en verles allí, en el meollo, viendo los trucos del batería, como tamborileaba con los dedos además de la baqueta, sus gestos, cruzar las miradas con los tres, que Steve Albini nos dijera que éramos la audiencia más sexy y guapa y que follaría con todos y cada uno de nosotros, que seguro que eso se lo dice a todas las audiencias, pero nos lo creímos. Una conversa más. 


Cenar al lado del mar, bien de viento y humedad y hoy no llevo cazadora, y tirando para Rosalía, viva el mainstream. Viva Rosalía. Me cae bien, me la creo cuando dice que nos quiere, que le hemos dado amor, lo que sea. Me la creo. También me creo los chillidos de sus fans, ni los Beatles, tú. No me puso a bailar a la primera, fue poco a poco, pero acabé bailando y gozando, queriendo ser una de su coro. Caí rendida a sus pies, ya está. 
Lo que vino después fue un poco descafeinado. Tres canciones de Jarviss e irme con la pareja formerly known as the tortoletts a Neneh Cherry para arrepentirme de no haber ido antes. Está en plena forma, llevaba una banda de lujo, que había hasta un arpa en el escenario, y nos hizo bailar y disfrutar. Ah, y diez puntos por tocar el “Seven seconds” a mitad de repertorio. 
Subimos a Primal Scream y aunque falta un rato el primavera está ya a reventar. Id todos a J Balvin, new normals! Concierto decepción porque quizá fue nuestra ubicación, pérgola muy escorada a la derecha, igual el sonido no llegaba bien, pero sono apagado, esmorteit, sin volumen, como si tocaran en el fondo de una piscina. Empezar con “Move on” es empezar fuertes, y tocaron todas las que esperaba que tocaran, y bailé y sonreí, pero fue descafeinado. 
Momento marabunta al ir hacia Stereolab, llegué a temer que no cupiéramos todos. Pero sí, cupimos. Grada jove, levantarme a bailar French disco y gritar la resistance!, quedarme de pie un rato, volver a la grada jove. No soy tan fan de Stereolab. 
Róisin Murphy, regular de lo suyo. Conserva la voz y sus canciones me molan, pero se le va un poco. Empiezan las desbandadas y hasta yo me iría, que hoy hay metro y no hay que fight for your right to taxi, pero aún puedo hacer que me duelan un poco más los pies. 
Grada jove en Modeselektor, qué horror, ¿de verdad hay que jugarse la propuesta a la carta de los graves? Pero no hay mal que cien años dure, y terminan, y se ponen a pinchar dos señoras, Dj Rosario y Sama Yax, y la sesión es bailonga y descubro que me duelen menos los pies si bailo, y allí nos tienes, que nos amanece, y el confeti y las cintas, el escenario ya estaba invadido antes de que empezaran, y nos vamos antes de que acabe del todo para no salir con el gentío. Foto al mar, a las 5:53, y a casa. 

Thank you for coming, see you in twenty twenty.


sábado, 1 de junio de 2019

Primavera Sound 2019 - viernes

Un viernes de primavera que empieza entrando justo detrás de mi querida Ana sin haber quedado. Un buen augurio. Tenía intención de llegar a Lucy Dacus y de allí pasarme a Snail Mail pero el infierno está lleno de buenas intenciones. Que estas crónicas no se escriben solas. Llegué para ver a Pond ya empezados, petando un adidas soleado y aireado. Me gustaron más de lo que esperaba, versión del “Ray of Light” de Madonna incluida. Siguiente parada en la ruta, Beak>. Palabras mayores. Muy mayores. Capas y capas de bucles sonoros hipnóticos. Me tuvieron una hora revalidando mi bio de tuiter. Solapaban con Julia Holter y Kurt Vile y ahora sé que no pude elegir mejor. Escuchadlos, vedlos en directo.
De vuelta al adidas, vemos a Fucked Up desde el lateral, bien pero sin alardes. De vuelta al primavera, ¿cuántas veces subí y bajé ayer las escaleras de la fotovoltaica? para Jawbreaker, grupo del que no conocía nada y cuya propuesta rockera basta para que vea el concierto casi entero mientras ceno y saludo a unos y otros y hay desbandadas hacia Janelle Monae y yo me desbando al final a ver a las Chai, unas japonesas que vestían todas igual y gritaban todas igual con un tono estridente rompe copas de cristal y que guitarreaban de lo lindo e hicieron un par de versiones, la que más me gustó no la recuerdo, cosas del directo, y la otra de Abba, y no podía parar de reir, con ellas, y reir es un criterio que no suelo usar para valorar un concierto. Que si lo hubiera visto entero quizá no me habrían gustado tanto, pero esos diez quince minutos fueron una fiesta.
Esperamos a Aldous sentados en el suelo del pitchfork, asfalto recalentado y limpio, qué bien que por fin hay vasos reciclables y no hay la marea de vasos de plástico de los que buena parte, en esos escenarios, acababan en el mar. En mis horarios Aldous Harding tenía que haber salido a las 22:40, en la app vemos que a las 23:05. Quince minutos sentada esperándola fue todo el rato que estuve sentada ayer. Así tengo los pies, reclamando amputación. 
Aldous. Madre mía, madre mía. La primera canción la tocó con la banda, un tema folkie y animado, y en la segunda va la tía y se sienta en un taburete y nos toca una canción acústica, ella sola, y tienes que ser inmensamente buena para que la gente alrededor se vaya callando, o yendo, pero esl grueso resistió, yo resistí, decidí meterme en el concierto, intuí que si me metía podría ser uno de los directos del día, y buff, vaya si lo fue. El susto que nos pegó con un subidón vocal a las tres que nos quedamos extasiadas todo el concierto fue de lo mejor que me (¿nos, Cris del hilo sin hilo? què hi dius?) pasó ayer. Qué locura. Sublime.


En cuanto terminó, sacrifico Low, que los vi en octubre y dudo que en un festival aquello se pueda mejorar, para volver al adidas a Amyl and the Sniffers. Pasar del éxtasis hipnótico a los saltos punk en menos de cinco minutos, esa es la grandeza de un festival. Qué actitud, qué jefaza Amyl, qué buenos los chicos, qué todo.


La siguiente parada es Kate Tempest. No le presto la atención que merece. Porque para disfrutarla hay que estar atenta a las letras, y a estas horas y desde el lateral del rayban, es complicado. En alguna canción me meto, pero no soy la única que no entra y hay desbandada general, en distintas direcciones. La mía, team Robyn. El mismo team que vimos a Lorde el año pasado más Mireia jefaza Pería. Nos quedamos en el mismo sitio, entre los dos escenarios, viendo el concierto por las pantallas, viendo a Robyn de rojo contra un escenario en blanco y negro, magnífica escenografía, y bailando lo más grande. Momentazo cuando empezó aimindecorneruachinyuquisjer y se calló y paró la banda para que solo se nos oyera desafinar al respetable, y luego parecía que no la volvía a arrancar, “dale Robyn, que esta es la segunda canción más esperada del día tras “Call me maybe””, Mireia dixit, y sí, la arrancó y yo estoy muy mayor para dar tantos saltos y tantas vueltas con los brazos en molinete, suerte que solo es un concierto por Primavera. #teamRobyn forever. 
Vamos hacia donde está Tim Burguess pinchando, llegamos y hey boy, hey girl, superstar dj, es 1998, a favor. Pincha guay pero el teamRobyn se va a dormir y yo me voy con el otro team, que están viendo a Kokoshca plays Las Grecas con el indie patrio como las ídem, pero allí dentro hace un calor insoportable y huele regular tirando a mal, así que me piro. Son casi las cuatro, pillamos la última de Mura Masa, nos aburrimos con Peggy Lou. En cuanto llega el equipo de Kokoshca y se hacen las cuatro y cuarenta nos piramos.

A ver a quién me encuentro hoy al llegar.