lunes, 7 de septiembre de 2015

Yo la tengo de mi vida


Llegué muy tarde a Yo la tengo, en la vida quiero decir, y no recuerdo cuándo fue la primera vez que los vi en directo. Probablemente en el primavera 2003. O en el FIB 2005. Incluso es posible que mi primer concierto fuera el del 9 de junio de 2008 en Apolo. Porque no me acuerdo de si los vi en aquellos festivales, como no me acordaba de haber visto a Go-Betweens en un wintercase (que sigo sin acordarme, pero eso pone en la entrada). 
¡Imperdonable!, gritaréis, y bueno, no se puede seguir a Yo la tengo desde el primer disco y bordar el salmorejo en dos veranos. 

Sí recuerdo ir en un coche subiendo las Ramblas y que sonara Sugarcube y preguntar qué era aquello y que N.* me contestara “Yo la tengo” con ese tono que indica que estás preguntando una obviedad pero te contestaré sin soberbia. El recuerdo lo situo entre 2003 y 2005, así que quizá ya había visto a YLT en directo y no habían tocado Sugarcube o no hubiera preguntado, o sí, vaya usted a saber, es más, tenía ya un par de discos, el And then nothing turned itself inside-out y el Summer sun, pero ahí no está Sugarcube, y yo esa canción la había bailado en los 90 en algún sitio. 
Total, que a partir de aquella revelación, fui comprando más discos, y en algún momento mi amor por ellos se afianzó y empecé a no perderme ni uno de sus conciertos y desde 2008, y salvo en 2011, les he visto cada año. 2008 en Apolo**, 2009 en el PS, 2010 en Apolo otra vez, 2012 en el PS***, 2013 en l’Auditori, 2014 en el Vida y el viernes pasado en el Tibidabo. 

¿El Tibidabo? Sí. A alguien se le ocurrió que era una buena idea hacer un festival allí, de dos días, poner a Yo la tengo y Mogwai de cabezas de cartel y cobrar 40€ por día y no poner abonos. “No, es que va a ser una cosa íntima, solo 2.500 personas” me dijeron por redes cuando me quejé de la falta de abonos. Grrrr, le mascullé a la pantalla del móvil. Pues los dos días no voy a ir, pero a Yo la tengo no puedo faltar. Dit i fet. 

El mal día que hizo en Barcelona el viernes no es culpa de la organización, pero que tuvieran que poner carpitas de esas blancas de 2x2 metros en el escenario porque no habían previsto una cubierta es solo un botón de muestras de que llamarles “organización” es ser bastante generoso o de que iban sobrados de optimismo. Solo había una barra miníscula con cuatro camareras en el “escenario grande”, que en realidad es pequeño, y no estaba ni a la mitad de aforo. No tuve ningún problema en que me sirvieran rápido y bien pero no quiero pensar qué podía haber pasado si venden las 2.500 entradas que decían. En prensa he leído 200 o 300, “600 según fuentes no oficiales” (¿los dos días?) y muy bien, estábamos muy a gusto, pero llegan a agotar y nos caemos rebosando por las barandillas. Tampoco me creo que habiendo pagado 40 eurazos más gastos te quedes en casa porque llueve (un poco, y dejó de hacerlo a las siete de la tarde) y hace frío (bastante, yo me quedé corta con el jersey, pero ni resfriado pillé). Pinchazo. 


Bueno, da igual. Lo importante. El concierto brillante de hora y tres cuartos que se marcaron. Conté y me desconté las canciones, pero digo 16 ó 17 y mi web de setlists favorita dice que 17. 
No tocaron Black Flowers, ni Sugarcube, ni Tom Courtenay, ni falta que hizo. Bueno sí, Black Flowers falta en demasiados setlists, creo que solo la he disfrutado una vez en directo, o ni eso, pero no desfallezco. 
No faltaron Stockholm syndrome, Ohm, You can’t have it all y Big day coming, estas dos últimas en el maravilloso bis final acústico. 
El sonido fue bueno. Distorsionaron, metieron ruido y caricias, y como siempre, estuvieron impecables y maravillosos. Y yo de mayor quiero ser como Georgia. Y amo a Yo la tengo. 


*A N. me lo encontré el viernes en el Tibidabo, y me contó que cuando vio a Yo la tengo por primera vez, en un garito de Edimburgo, al final dijeron que el mejor grupo de la ciudad eran los Bay City Rollers. Al día siguiente fue a una tienda de discos, y le pidió al tipo de aspecto metalero que le atendió si lo tenían. Sí, claro, y compró uno. Era, segun palabras de N., una horterada total. Años después, en un primavera, se cruzó con Ira el jueves o el viernes, lo abordó, y aparte de decirle lo típico de great show, le contó lo del disco hortera, pero había olvidado el nombre del grupo. Ira no se acordaba de nada. Al día siguiente, antes de salir de casa para ir al festival, a N. se le ocurrió buscar el disco. Lo encontró. Y esa noche volvió a cruzarse con Ira, y se lo dijo. “Oh yes, the Bay City Rollers! It was a joke!!”. 

 

**En esta crónica del concierto de 2008 digo que “los he visto un par de veces”. 

***En esta otra de 2012 ya hablé de “sopotocientas”. 

La típica foto mala de concierto es mía.