martes, 26 de octubre de 2010

Autorretrato 2010


Su pelo gris comienza a vencer al castaño. Tiene la frente amplia, franca, y las marcas de arrugas de miles de risas adolescentes y borracheras universitarias.

Las cejas son pobladas. Un entrecejo suave que transita entre una y otra marca claramente esos origenes rurales que se niega deliberamente a borrar.

La gravedad hace caer sus párpados sobre unos ojos largos y estrechos, que apenas dejan ver el azul oscuro.

La boca es pequeña, y procura tenerla cerrada para ocultar una dentadura irregular que le afea la sonrisa. Su voz es grave y su dicción escasa, herencia postrera de una infancia de descampados y emigración.

Su mandíbula es prominente, ligeramente arrogante cuando no agresiva, aunque a menudo se relaja y cae ante cualquier mosca que pase.

Lleva años intentando cambiar este mundo sin conseguirlo en absoluto, lo que le ha dejado un posado general mitad irónico, mitad cínico.

Su condición de ingeniero le ha valido una visión cartesiana de la vida -solo de lunes a viernes- y unas manos bien cuidadas. Y en su tiempo libre piensa, iluso, que puede jugar a la vez a ser postmoderno y ecologista. Sus salidas de tono son celebradas por sus amigos y odiadas por sus enemigos.

Pese a que le gusta realmente el cine la música y la literatura no lo pone en su curriculum. Este egocéntrico que aquí veís apenas se mira al espejo. No relaciona su modesta faz con su -supuesta- complejidad interior.

Este que aquí véis es, pese a sus esfuerzos, pura medianía: ni alto, ni bajo, ni gordo ni delgado, ni inteligente ni idiota, ni rico ni pobre.

Este que aquí veís, fotocopia en cuerpo y alma de su padre, ha intentado ser mejor que él, y a duras penas lo ha conseguido.

2 comentarios:

un fan comunista dijo...

Pues a mi a veces me gustaría ser como tú.

Gwen Stacy dijo...

De medianía nada. Eso lo reservo para los que no muestran interés por el mundo que les rodea y llevan anteojeras de burro.
Y boyscout seguro que piensa que eres muy alto, demasiado alto.