lunes, 4 de junio de 2012

Primavera Sound 2012, fin de fiesta de verdad

Al Primavera Sound aún le quedaban los últimos coletazos, en Arc de Triomf y en Apolo.
El día se levantó medio gris y más fresco, para contrastar aún más con los tres días espléndidos que nos regaló la meteorología. A la hora de salir de casa cayó un chaparroncillo, pero nada del otro jueves. ¿Para qué están los paraguas?
Bajé hasta Arc de Triomf dando un paseo, al llegar a Tetúan ya se oía el dum dum rítmico del concierto de Joe Crepúsculo. Avancé por el paseo en busca de mis amigos, que estaban "donde el miércoles" pero claro, el miércoles yo no fui.
Fui bajando, y no hizo falta recurrir al móvil, estaban en la derecha, donde siempre vamos.
Crepus perpetraba la última canción, gracias a dios, Brillante, claro plagio de Getting away with it de James.

Nacho Vegas empezó no muy puntual, creo, no sé para qué cambiar los horarios si luego hay retraso. Estábamos muy lejos y pasaban demasiados servesabier-mojito (hay que ver cómo saben adaptarse a las exigencias del mercado) y gente, gentuza también, para arriba y para abajo, como para poder disfrutar de la música corta-venas de Nacho-que-guapo-es. Pero se trataba de airearse y aplazar hasta el lunes la bajona post-primavera. Dedicó Dry Martini SA a los mossos, "esa gente que se crece en las distancias cortas". A pesar de lo grosero de la dedicatoria (SA = sexo anal) la canción tiene una frase preciosa ("el aire, quererte es intentar atrapar con las manos  el aire "). Tocó El hombre que casi conoció a Michi Panero que por mí bien habría podido cambiarla por Dias extraños, o En la ardiente oscuridad, con solvencia pero sin mucho encanto. O sería el sitio. Y la gentuza.

Y los chicos guapos que se refugiaron bajo nuestro paraguas cuando cayó la del pulpo, la primera. Porque cayeron varias, pero la primera fue gorda. Teníamos cuatro paraguas y nos metimos veinte debajo, y no eran paraguas de pastor. Todos ahí arrimadicos, queriéndonos mucho, por el interés, claro, y el chico guapo que me había distraído toda la tarde apretado detrás mío, hasta que se mudó dos paraguas más allá.  Mecachis. Me lo cambiaron por un argentino, que se colocó delante, muy guapo también pero lo sabía demasiado.

En fin, Yann Tiersen. Un mar de paraguas me impidió ver cuántos músicos había en el escenario y cual de ellos era Tiersen.

Tocó un repertorio alejado de las bandas sonoras, y si no hubiera sido por la lluvia, el día y la hora aquello podía haber sido un fiestón. Me encantó, bien tocado y con ganas de hacernos bailar. Sé que tocó Monochrome y hasta ahí llegan mis conocimientos.

Cuatro chaparrones y dos latas Estrella Damm desinfectadas con toallitas refrescantes Nenuco después, salió, por fin, Richard Hawley. En silla de ruedas. Con la pata quebrá. Como eso no lo habíamos visto (nos enteramos más tarde por el Barón, que había ido a primera fila a volver a enamorarse de la baronesa, bueno, como siempre, en su bucle) estuvimos a punto de tuitear chanzas a lo indiescabreados, "vamos Richar, sal a bailar".

De nuevo, no era el sitio ni el lugar, y aunque se había vaciado, y mucho, después de Yann Tiersen, y aunque a los guapos hacía horas que no los veía, apenas si pude prestar atención durante The Ocean y Tonight the Streets are ours. 


Acabó y entonces sí, bajona ven a mí. 

5 comentarios:

lamaca de dia dijo...

:'( me he emocionado....

Anna Blume dijo...

..y no era unparaguas de pastor...aquests detalls marquen la diferència en les cròniques de Gwen Stacy, qui perd els seus origens perd la seva identitat, i ella ho sap:-)

Gwen Stacy dijo...

Jo, ara la que s'ha emocionat he estat jo.. tenim el dia tou, eh?

El Barón Rampante dijo...

L'amor ve i va, peró Richard sempre ens acompanya en els nostres somnis més humits

El Barón Rampante dijo...

L'amor ve i va, peró Richard sempre ens acompanya en els nostres somnis més humits