domingo, 20 de junio de 2021

Jávea



Probablemente nunca hubiera leído nada de Alberto si no lo conociera personalmente a través de mi amiga Patri. Creo que fue el primer año en que las dos fuimos a Benicàssim juntas, 2006, sin conocernos apenas, esa historia también es digna de ser contada algún día, pero no ahora, y Alberto fue, como solía hacer, el sábado, desde Sagunto, un sube-baja, y nos encontramos en el escenario verde y nos tomamos unas cervezas sentados en el suelo. De 2006 a 2009 coincidimos cada año, diría, y repetimos el ritual, encontrarnos en algún momento de la tarde, cervezas en el suelo, ver algún concierto juntos si coincidíamos en lo que quisiéramos ver. 
En 2006 aún no había publicado, el primero fue “Hotel postmoderno”, un libro del que es coautor, en 2008, y ese mismo año le concedieron una mención especial en el Premio Café Gijón por “Niños rociando gato con gasolina”, publicado al año siguiente, 2009, el año en que también publicaría “Cosas que nunca ocurrirían en Tokio”, su libro más traducido, que gozó de cierto éxito y que inexplicablemente está descatalogado y no se encuentra, o se encuentra por 98€ en una web o por 256€ en la web del mal. Es el primero que tengo firmado, dedicado a “mi colega del FIB”. ¿Los libros dedicados cotizan más? Esto me recuerda que tengo que hacer un excel o algo con los libros de mi colección que tengo firmados, para que cuando los vendan mis heredero y herederas, los vendan bien. 

Digo que quizá no le habría leído porque a pesar de publicar regularmente, no me parece que sea muy conocido. Y es una pena. 
Este Sant Jordi me mandó un mensaje diciéndome que estaría firmando en un par de sitios. La casualidad hizo que mi ruta coincidiera con la suya y conseguí mi cuarto libro suyo firmado, “Jávea”. 
Hace casi un mes que lo leí, de cuatro tirones, tras una lectura que acabó siendo un poco traumática. Leer “Jávea” fue balsámico. 

De las notas que fui tomando: 

Porto 56 pàgines i ni un doble punt i a part, crec que no n’hi ha cap. Comença amb la besàvia i la cadena de muntatge, salta a un dinar al camp de la pàg. 31 a la 38 (arròs amb fesols i naps i heroïna) i d’allí a un viatge a la India, i va a explicar una anècdota però s’enrotlla fins la pàgina 47 i torna a la cadena de muntatge amb el pretexte del programa de ràdio que hi escotava, fins la pàgina 56 en que “va” a La Paz, a contar la història d’algú que hi va conéixer. 
Més tard va a Dublin, el seu primer viatge internacional després d’Andorra, darrere una nòvia (Andrea, no sóc jo) i no faré spoiler. Va tornant a la fàbrica i a la infantesa per anar fent reflexions sobre la igualtat, la lluita i la consciència de classe, la falàcia de la meritocràcia, la trampa de la superioritat moral i de la recerca (infructuosa i inútil) de satisfacció, uns en bones cases i cotxes i teles grans i altres en viatges compulsius i experiències. 

Ahora he visto en la web de una librería una reseña parecida a esto que escribí sobre la conciencia de clase, la meritocracia y la superioridad etc. Me congratulo. 

Otra nota: 

Pag. 116, parla de la mort de l’avi a compte de la història dels business men de Jaipur (que va intercalant cada tant) i de que sa mare diu que la va fer feliç cuidar-lo abans que morís. 
A la pàg. 125 torna a la ionqui, i d’allí a una reflexió sobre masclisme i virilitat (la virilidad también es una cárcel)

Cuando lo terminé, si no recuerdo mal un sábado de insomnio matutino, escribí esto en GoodReads (nunca escribo nada en GoodReads): 

Lo que ha hecho Alberto Torres Blandina en Jávea es monumental. A nivel narrativo lleva al lector de una historia a otra, de la infancia a la juventud y a un supuesto presente en el que le cuenta a alguien al menos una de las historias, la de los business men de Jaipur, sin dar tregua ni respiro. 
No hay capítulos, apenas puntos y aparte, y salta del sofoco un mediodía de agosto a mediados de los 80 en Sagunto a una furgoneta que le lleva a él y a un lavacoches de Sabadell a las afueras de La Paz en los 2000 y de ahí a un autobús que va de Galway a Dublin circa 1995, y te habla de él y de sus abuelos y su madre, su origen humilde, su ideología y su forma de ver y mirar el mundo, y lo hace con esa técnica y maestría que consigue que lo leas como si estuvieras leyendo sus pensamientos, o te estuviera contando todo eso a ti una tarde, en un bar, con unas cañas delante.
Leed a Alberto, os lo merecéis.

No tengo nada más que añadir. Ah sí, que también te ríes. 

Leed a Alberto, que además de escribir muy bien es un tío muy majo. 

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