lunes, 6 de junio de 2016

Primavera Sound, sábado maravilla

Desde que preparé el excel sabía que el sábado iba a sufrir un largo destierro en mordor. Tenía un par de cosas previas marcadas, Bob Mould y US Girls, pero el primero empezaba demasiado pronto, las 17:00 en la tercera jornada con crónicas y siestas de por medio es demasiado pronto y a la otra no llegué básicamente por la función repetición del despertador. Así que me fui directa a Brian Wilson. Mi memoria externa, o sea, este blog, me confirma que el FIB en el que le vi fue el de 2004. Entonces presentaba Smile, ayer celebraba los 50 años del Pet Sounds. Con una banda de momias y uvas pasas entrañables, que entre todos, eran diez, además de Wilson, igual sumaban más de mil años, desgranaron en orden las canciones de dicho disco. Las caras de felicidad de la gente a mi alrededor lo decían todo, y el fin de fiesta, y llamar fin de fiesta a las once canciones, según este setlist, que compusieron la segunda parte del show, es un fin de fiesta muy largo, fue de júbilo general, con brazos ondeando al viento con California girls, Good vibrations y Surfin’ USA como representantes del cancionero universal. Dijo Lucía que en algún momento bordeaban la música de crucero, y sí, pero que gustoso. No podía perderme esta nueva oportunidad de disfrutar de un mito de salud frágil, quizá sea la última. 

Como mordor está tan lejos y ayer me llamaron Virgen de la Caminata me quedé en Deerhunter, ni Drive like Jehu ni Los Chichos. Es una apuesta segura. Setlist similar al de conciertos previos, ¿han sacado disco? Sí, recoi, el año pasado, y se me olvidó comprarlo y por tanto escucharlo. Visto desde el lateral, bailar de lejos no es bailar, pero muy bien. Sonó contundente y sonó, en fin, que el sonido del escenario de enfrente, con algunos grupos, vamos... Ah, y otro concierto que me quedo sin Strange Lights

Nos llegaban mensajes de que no se cabía en Los Chichos, de que Orchestra Baobab, pero a ver: PJ Harvey. Aunque en un giro de los acontecimientos que se había gestado en un rincón de mi cerebrito durante la tarde decidí, cuando había que ir a pillar sitio a PJ, que me iba a pillarlo para Sigur Rós. Decisión dolorosa, pero primeras filas en los dos conciertos no era posible y ya he dicho que bailar de lejos no es bailar, y ¿que me va a tocar estar sola más de tres horas? Pues estoy sola más de tres horas. Será que no tengo práctica. Visita preventiva al WC y a una barra, a por una cerveza pequeña, para amenizar la espera. La botellita de agua va en el bolso. Entro al corralito del populacho, que ya tiene dos buenos tercios de la capacidad ocupada de gente sentada. Me quedo de pie, como otros que van llegando después. Estoy bastante cerca de la valla central, bien. En cuanto se levantan, y lo hacen a tres cuartos de hora del inicio, ¡ansias! avanzamos todos como muñequitos, a pasitos cortos atropellados. Será una fila 15, que con el mega foso que hay es estar bastante lejos, pero es lo más cerca que soñaba estar en un concierto en mordor. 
Mientras acontecen estas nimiedades, puedo seguir por la pantalla el concierto de PJ. La imagen va con cierto delay, el sonido llega sin la potencia que debe estar arrollando a los que estén frente a ella, pero la experiencia es levemente más placentera de lo que debe ser verla en streaming en el salón de tu casa. A mi alrededor, pocas conversaciones, la mayoría miran absortos a la pantalla. Como yo. Maravillosa. Ella y la producción audiovisual, en blanco y negro, de dejarte sin palabras. Presentaba disco, otro que no he escuchado, voy fatal, pero también repasó algunas de Let England Shake, y rescató To bring you my love y Down by the water. Debía ser raro verme mover los labios musitando las canciones mientras ejercía de superfan de Sigur Rós. Sacrificio de la noche y del festival, probablemente, pero a ella la he visto más veces que a ellos, y además he tenido el privilegio de verla en un auditorio, y a ellos los perseguí, metafóricamente, en mi viaje a Islandia el verano pasado. 

Lo que empezó a partir de las 00:00 fue una maravilla. Estoy repitiendo mucho maravilla. Empezaron tras las cortinas-pantalla, al primero que vislumbré fue al batería. No conocía la canción, parece que está recién estrenada, solo la han tocado un par de veces en directo. La siguiente sí la conocía, casi cae la primera lágrima. Starálfur, mi querida Starálfur. Acabo de descubrir que la traducción es “un elfo mirando”, ay. Tan delicada, tan bonita. A mi lado tenía otro foreveralone ultrafan, que reconoció todas las canciones en 5 segundos y creo que en esta lloró. Entonces encadenaron Sæglópur y Glósóli y me tuve que llevar las manos a la cara para contener la emoción. Veía a los tres músicos, la formación más escueta con la que los he visto, aunque tuviera que hacer juegos de cervicales para ir esquivando cabezas y algún móvil grabando (malditos, lo comentaré en otro post). A mi alrededor silencio sepulcral, atención y contención, y cabeceos, claro, mucho cabeceo. Que nadie tenga ni pajolera idea de islandés también viene muy bien para evitar los karaokes (aún os tengo que contar lo de Radiohead, irá en ese otro post pendiente). Aunque, debo decir, y no me creeréis, que soy capaz de balbucear la letra de Glósóli, Hoppípolla y Inní mér syngur vitleysingur, por fonética. No me creéis, ya lo veo. Aunque mis karaokes siempre son en playback, así no molesto. Por cierto, llegan a tocar Inní mér syngur vitleysingur y lloro como estoy llorando ahora, que la estoy escuchando mientras escribo, con la sonrisa puesta pero llorando, como una tonta. Les faltaba la sección de vientos que llevaban otras veces para poder tocarla como dios manda. En fin, vuelvo al concierto. Después del subidón de Glósóli, con ese crescendo de batería me tiene loca desde que lo escuché por primera vez, un poco de sosiego con Vaka y Ný Batterí. Sigue E-Bow, con su calma inicial y la tormenta final. No he hablado aún de los visuales, ¿no? Maravilla (otra vez). Mi móvil saca unas fotos de pena, pero para que os hagáis una idea. 





Festival, claro. Qué mejor canción para tocar en un ídem. Siguen Yfirborð y Kveikur, otra de mis favoritas, parece que tocan las canciones de cada album a pares. De algunos álbumes, al menos, ya podrían haber tocado Inní mér syngur vitleysingur. Lo sé, pesada. Hafssól, la segunda que no reconozco, esta por ser del primer disco. Esto toca a su fin, y el fin llega con Popplagið. Estoy conmocionada con lo que acabo de presenciar, ver, escuchar, sentir. No ha habido confeti pero tampoco crowdsurfing. He estado apretujada durante hora y media entre desconocidos tan absortos como yo. Maravilla, es la última vez que lo digo, lo prometo. 

Después de eso solo me quedaba Ty Segall, demolition man leí por ahí, y sí. Entre que volvía de mordor y otros detalles llegué que ya había empezado y estaba cabeza abajo entre el público. En la onda Thee Oh Sees, ¿son todos amiguetes? es ese tipo de música que no escucharía en casa pero que en directo me vuela la cabeza. Arrollador. En otro paseo en brazos del público el micro se lo queda un chaval de la primera fila. Que empieza a cantar y aullar. Se la sabe, parece, no son solo gritos bien dados. Ty le observa desde arriba y decide hacerle subir al escenario. Y quedarse él entre el público. Estamos todos flipando. Con Mani, así se llama el hombre de la noche, y con Ty y su actitud con el público, genial. Le costó echarlo del escenario y lo hizo de forma elegante, pidiendo discretamente a los músicos que dejaran de tocar y luego preguntándole el nombre al chaval, por eso sabemos que se llama Mani, es inglés y “I’ve had the blast of my life, thank you!” Thank you pero nos quedamos sin la última canción, no había más tiempo. 


Mientras algunos van a ver a unos raperos egipcios nosotros cogemos sitio en el Ray-Ban para Coco. Terminar el sábado en Coco y ver amanecer, al menos un día, se ha convertido en el Santo Grial de todo asistente local que supere los treinta y tantos. Para los que superamos los cuarenta es una cuestión mezcla de orgullo y revisión médica. Si lo conseguimos, es que no estamos tan mal. Pues bien, lo conseguimos, aunque Coco no lo pusiera fácil, con una sesión más electrónica que otros años, que empezó verbenera, (bueno, miento, empezó con Bowie, Space Odity), con Abba y otros temazos de los que se cuelan en bodas para derivar en electrónica festiva y bailable, ah, y Prince, también tocaba homenaje, pero es que ¡estamos en un festival de pop y rock y queremos bailar Common People! A las cinco y media puso Girls and Boys y creímos que igual acababa la sesión como siempre, pero no. Lo mejor de ese rato fueron Ladytron y Tok Tok vs. Sophie O y nos empezamos a ir antes de que saliera la masa. Ya en lo alto de las gradas empezó Heroes y suponemos que fue la que cerró el festival, y me parece un detalle precioso.


Nota aclaratoria para el inquilino: el setlist de Sigur Rós lo compartieron ellos mismos poco después en las redes, y también está aquí. Pero me sé el título de la mitad de las canciones, ¡lo juro por Jónsi!

Nota aclaratoria dos: lo de sábado maravilla lo he puesto ahora :P 

2 comentarios:

el inquilino gruñonista dijo...

Nosotros lo vimos desde la mitad de Mordor y pudimos apreciar el show visual en todo su esplendor. Fue un concierto o un ataque de síndrome de Stendhal (aunque soy más de Expplosions in the sky)? Sólo me pregunto si realmente cantaron todas en islandés o alguna fue en hopelandic.
Un Primavera más sin carpa pop...y había una bien maja en el Bowers & Wilkins.

Gwen Stacy dijo...

Alguna canción es en hopelandic, pero yo me sé la letra igual :P

La zona Beach Club está desaprovechada, como decían en algún blog, "sólo los que van de speed 24/7 pueden llegar antes de las 16:00 y disfrutar de la programación". Y yo añado que llegar hasta allí a según qué horas, es un pequeño mordor, más agradable pero lejano.
Ah, y olvídate de que allí pongan pop :(