domingo, 20 de julio de 2014

Cruïlla - todo lo demás


Claro que no todo fue Band of Horses en el Cruïlla. 

Antes, a primera hora y bajo un sol de justicia que les cegaba, Angus & Julia Stone desplegaron sus encantos, sus pelos que no han visto peine en días y su barba ida de las manos y sus canciones dulces que no me convencieron pese a la buena disposición que tenía de que me gustaran. Tres versiones tres hicieron. Una de Grease, You’re the one that I want, que por lo visto la tocan siempre. Un acabar una canción con el Girls just wanna have fun de Cindy Lauper que no hacía falta. Y un Bloodbuzz Ohio de The National totalmente inncesario. ¿Acaso no confían en su repertorio? Solo a Springsteen le permito tres versiones, ¡porque sus conciertos duran más de tres horas! 


Sus fans más acérrimos jalearon cada contoneo, cada cambio de lado de la melena a golpe de cervicales, cada falsete y cada suspiro. La frase que lo define todo la dijo Walkiria “parece que se ha caído en la marmita del Prozac”. No estuvo mal, pero quizá esperaba algo más de ellos, algo que no obtuve.


En la hora y media que había desde ellos a BoH nos dio tiempo a cenar de espaldas a Damon, acercarnos a Nueva Vulcano, que casi hacen explotar la carpa, el volumen demasiado alto, pasar por los policlines que aquí son tois, pedir otra cerveza y pillar buen sitio. 


Después, hacer tiempo hasta Tinariwen y/o Calle 13. Tinariwen tocaban en lo que en el primavera era el ATP y llegamos justo antes de que empezaran y a tiempo de que se nos cruzara un tuareg de dos metros que creemos que era público y no grupo y que alguien dijo que tenía ojos azules y pelo rubio, acusándole veladamente de ser un inglés disfrazado. Aunque podría ser que esto lo hubiera soñado. 
Eran la mitad que el año pasado en el primavera, es un colectivo de músicos y la formación de cada gira va cambiando, e hicieron un concierto totalmente distinto. Si el año anterior aquello fue una boda tuareg, este año entraron en un bucle psicodélico que ríete tú de cualquier banda de los 60. Y me metí en el bucle y no quise salir. 


Quien fue a Calle 13 dijo que aquello era un cuadro, así que todo bien. 

A Calle 13 les vimos lo que quedaba de concierto y solo puedo decir que estaba hasta la bola de gente, en las gradas y en la explanada y que no me importó largarme de allí a buscar una cerveza. Otras ya se habían ido a casa, mal. 

El resto fue un poco despropósito, porque Oques Grasses tocan muy bien reggae y ska, pero no es lo mío y encerrarme en una carpa en verano menos, y Violadores del Verso bien, pero aún es menos lo mío. En cuanto empezaron Several Future me fui, que ya me podía haber ido antes ¿no? Pues no. Con el gentío que salía de VV a la caza del taxi. Por suerte encontré uno bastante rápido, subiendo por la Diagonal. Me tocó uno muy educado y que no me intentó timar con la ruta. De Punjab. 

¿Volveré al Cruïlla? Si traen un par de grupos que me gusten mucho y no haya visto en tiempo o presenten disco, sí, sin dudarlo. Es un festival medio, bastante bien organizado, con buena oferta de restauración aunque no hiciera uso de ella (mención aparte lo de no vender tíquets de comida pasadas las cuatro cuando todos los puestos tenían y seguían sirviendo a quien lo tuviera) y que te permite ver en muy buenas condiciones a quien quieras ver. 

Si alguien me acompaña para que sea más divertido, mejor. Que al final no fuimos las “mamarrachas festivaleras” que pronosticábamos que seríamos tras el concierto de Band of Horses. 


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