sábado, 11 de diciembre de 2010

Transbordos

Hace doce años mi tren no salió de la Gare St Charles de Marsella con destino a Génova, donde debía cambiar para Venecia, porque un hombre se había tirado a las vías en las afueras. Me fui al día siguiente. El amigo al que iba a ver me había comentado que un asesino en serie merodeaba por esa línea, los trenes de los alrededores de Génova, que atacaba a las víctimas de noche en los lavabos. Como siempre le ha gustado tomarme el pelo no le eché mucha cuenta.

Cuando al subir al tren en Génova el revisor nos pidió los DNIs y se los llevó, prometiendo devolvérnoslos al día siguiente, y nos sugirió, más bien ordenó, a mí y a la parejita francesa que me acompañaba en el compartimento del coche-cama que cerráramos la puerta con el pestillo y no fuéramos al lavabo después de su última ronda, me hizo menos gracia.

Más allá de la medianoche alguien empezó a aporrear la puerta. No sabíamos si abrir o no. Era el revisor, intentando acomodar a un viajero que había subido en alguna estación en la que habíamos parado hacía poco. Con cara de chungo. Pero vi como el revisor se llevaba su pasaporte. Guay, si nos descuartiza, al menos nos tendrán bien identificados a los cuatro.

A la mañana siguiente entramos en Santa Lucia a las siete. Media hora antes el revisor volvió a aporrear la puerta, para devolvernos la documentación. Con el sol entrando por las ventanillas el lavabo solo daba miedo de sucio que estaba. En Venecia me esperaba mi amigo con una resaca tremenda. Nos fuimos a ver la ciudad, a comer no sé cuántas porciones de pizza, a sentarnos en un banco cercano a un canal para ver la paloma más punki y radioactiva de la historia de las palomas de ciudad turística. A encontrarme a la parejita del tren paseando en la plaza San Marcos.

Por la tarde seguimos hasta Trieste, mi destino final. Preciosa ciudad, me gustó tanto que me quedé una semana más de lo previsto, cambiando el billete de vuelta cada dos días, y porque me echaron. En su piso de Erasmus vinos en las noticias que esa tarde habían detenido al asesino de los trenes, cerca de Génova.

3 comentarios:

Anna Blume dijo...

Qué fort...i quin gust de relat! Queremos más:-)

Gwen Stacy dijo...

Gràcies!
La realitat sempre supera la ficció :-)

Anna Blume dijo...

Jo també penso com la Maca del Extraradio que les teves cròniques haurien d'arribar "allende" d'aquest espai:-)