Un día en la playa

Poblenou fué un barrio de casitas y fábricas. Su aislamiento fue debido principalmente lo difícil que era acceder a él. La verdad es que tampoco es para ponerse nostálgico porque era un barrio feo de cojones.

Desde la era Clos, con la construcción de la continuación de Diagonal desde Glories y la mierda de Forum, Poblenou sufre una deconstrucción implacable, y todo se derriba para construir edificios de Nuñez y Navarro -entre otros-. Ayer vi a un abulete rebuscando entre los cascotes de antiguas casas. No sé si por necesidad o curiosidad, pero en cualquier caso me pareció una imagen muy poética.

En la playa nudista solo hay gays y cuarentonas. Bueno más que gays yo diría "maricones con visa" como bien dijo mi amado Pajares -que en la Quirón descanse-. Yo es que no entiendo estas imposturas que tienen, que parece que todos quieren parecerse a Boris Izaguirre. El caso es que se está muy bien en la playa y decido sacarme la chorra para no dar el cante. Soy de los pocos con pelambrera. Vamos me siento más peludo que Tracy Lords en una peli de Lucia Lapiedra.

Se nos sientan justo al lado un grupo de azafatas locazas y tenemos que soportar demasiado cerca sus conversaciones -ni con la música a tope-. Nos entra saturación de mariconeo y salimos a la carrera. "Maricón y canario", eso es el recopetín.

Comida en el Port Olímpic. Nos hemos dejao el taco de Tickets Restaurant. Volvemos a casa en bus. Borrachos y con el culo moreno.