viernes, 21 de marzo de 2008

El final de un libro

Cuando llega el final de un libro, lo preparas todo al detalle. Debes elegir el lugar y el momento y dilatas su llegada. Si te ha gustado tienes apego a él, no te quieres separar de ese microcosmos en el que te has integrado. Si no te ha gustado resulta un alivio, aunque a estas alturas sigo las recomendaciones de Javier Marías, si no es capaz de engancharme al principio lo dejo. A veces es simplemente una cuestión de momentos vitales. No es culpa del autor.

Y finalmente lo tomarás sin prisa e irás leyendo línea a línea hasta el fin. Todo puede haber sido emocionante, decepcionante o simplemente desconcertante. Recuerdo siempre el final de El Centauro de Jonh Updike -una gran novela por cierto- que acababa con todo un párrafo en griego, sin ninguna traducción al pie. Un saludo al editor desde este foro.

Ahora llega Houllebecq, que a pequeñas dosis siempre está bien. Y que tiene la virtud de haber marcado todo un estilo, mal copiado la mayoría de las veces, relatando como nadie un momento histórico de la humanidad -o al menos de Europa- en el que los altos niveles de bienestar -por cierto basado en la quema de combustibles fósiles-, la falta de valores por el derrumbamiento de las religiones, y el bombardeo de los mass media, nos ha convertido en una sociedad aburrida, autocomplacida y falta, no solo de ética, sino también de estética.

Pues eso, que me siento ahora a leer estas últimas páginas, pensado cual será el siguiente en acompañarme por el Metro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Chapeau!
Salgo a suplir mi falta de valores por una religión inexistente en mi vida con algo de actividad física.Ta luego!