domingo, 18 de noviembre de 2007

Destellos de felicidad

La noche parecía una más. O una menos. La fiesta parecía aburrida, aunque estar cerca del WC te daba la oportunidad de interactuar con la parroquia. Las paredes del lavabo tenían poesías de Gil de Biedma -el tío de la Espe- de Cesare Pavese, Benedetti y otros maestros.

Aburridos nos fuimos a otro local, del cual no puedo revelar el nombre. Es difícil explicar todo lo que allí sucedió. En una pista vacía, dos payoponis bailaban agarraos. De repente el grupo sin saber porque tomó el lugar y se dispuso a bailar todo aquello que el videoDJ le ponía. Por la selección que hizo todo hacía pensar que nos quería echar: Scorpions, Phil Collins, Rod Steward, Guns and Roses, Bonnie Tyler. Aun así no lo consiguió. Y hubo saltos, coreografías a lo Cats y karaoke a raudales.

Cuando cortaron la música nos sentimos de nuevo vacíos y nos dirigimos a nuestras casas para intentar entender la felicidad que compartimos aquellas dos horas.

PD: piticli,bonico,piticli

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El diablo estuvo allí.¡Aquí huele a asuuufreeeeeee!

Anónimo dijo...

Quizás ese lugar era uno de esos agujeros negros de la galaxia o un triángulo de las bermudas, donde el tiempo se detiene y la realidad pierde su sentido. Luego te escupe de nuevo a la vida real y te quedas con el rollo ese de "qué ha pasado?"
Ninguno de los q allí estuvimos volveremos a ser los mismos

boyscout dijo...

estoy totalmente de acuerdo, en la pista del "queguai" existe un agujero espacio-temporal que conecta barcelona con el festival de la oti